CONVERSACIONES CON LOS TAXISTAS
CLARO QUE HAY OPCION POPULAR
Por Euclides Fuentes Arroyo
Desde que hace más de dos años me transporto a diario en taxi, vivo la rica experiencia de compartir con los conductores del servicio selectivo de pasajeros, amenas conversaciones que giran en torno a la realidad nacional. Digo rica porque me resulta mejor confrontar la reacción de mujeres y hombres que se ganan el pan de cada día con este trabajo que se ha convertido en un medio difícil por el aumento del combustible, los tranques inacabables y el pésimo estado de muchas calles y avenidas de la urbe capitalina.
Y es que nuestros taxistas, genuinos elementos de extracción popular, no son ajenos al drama que viven nuestros compatriotas con el acontecer y la incertidumbre a que nos someten quienes desgobiernan la nación. Con esa característica picardía de nuestra gente sencilla, hablan alto y claro de lo que les agrada o preocupa.
Están empapados de todos los problemas que se debaten en los medios de comunicación y tienen su opinión forjada sobre los mismos. Por ejemplo, en el tema de la política criolla, la corrupción en que está inmersa, y las posibilidades de salir del atolladero, están más claros que muchos de los pitonisos que repiten desde los micrófonos de radio o televisión sus predicciones sobre el próximo evento electoral. Así las cosas, comprobé que están en sintonía con la realidad, al coincidir, por ejemplo, con las declaraciones que recientemente han emitido dos personajes beligerantes de nuestra sociedad.
En días pasados en el programa que conduce mi hijo Abdel, por Radio Mía, cadena nacional, todos los sábados de 2 a 3 de la tarde, el líder sindical Saúl Méndez declaró atinadamente que el problema de la compra de conciencias tan común en las contiendas politiqueras y popularizada en grado superlativo por el régimen de la locura, no sólo es de parte de los gobernantes, sino de los ciudadanos. No es nada más que los dueños del partido oficialista ofrezcan dinero e impunidad para atraer a sus toldas a delincuentes, diputados, representantes, alcaldes o adherentes de otros colectivos, sino la falta de honestidad, y con ello de conciencia, de quienes están dispuestos a venderse.
En estos días otra personalidad como el laureado cantautor Rubén Blades, coincidió en estos conceptos durante una entrevista por televisión al afirmar que, en efecto, esta prostituida fórmula de agitarse en el mundo político es perniciosa y necesariamente tiene que ser desplazada por la aparición de gente de dignidad y principios.
Y abundando sobre el particular, mi interlocutor taxista sostiene que, a pesar de sentirse deprimido por la proliferación de traidores, tránsfugas e indviduos sin autoestima, ni dignidad, ve como opciones para este pueblo las figuras de un Rubén Blades, avalada por su bagaje profesional e intelectual, y la de un dirigente de la clase trabajadora que como Samuel Méndez ha sabido, junto a sus compañeros de lucha sindical, demostrar capacidad y sentido ético para abanderar las reivindicaciones necesarias en el tan maleado clima en que está sumido el país. (Euclides Fuentes Arroyo, 20 de abril de 2,013, ced. 7-44-677).
CONVERSACIONES CON LOS TAXISTAS
CLARO
QUE HAY OPCION POPULAR
Por Euclides Fuentes Arroyo
Desde que hace más de dos años me transporto a diario en taxi, vivo la
rica experiencia de compartir con los conductores del servicio selectivo de
pasajeros, amenas conversaciones que giran en torno a la realidad nacional.
Digo rica porque me resulta mejor confrontar la reacción de mujeres y hombres
que se ganan el pan de cada día con este trabajo que se ha convertido en un
medio difícil por el aumento del
combustible, los tranques inacabables y el pésimo estado de muchas
calles y avenidas de la urbe capitalina.
Y
es que nuestros taxistas, genuinos elementos de extracción popular, no son
ajenos al drama que viven nuestros compatriotas con el acontecer y la
incertidumbre a que nos someten quienes desgobiernan la nación. Con
esa característica picardía de nuestra gente sencilla, hablan alto y claro de
lo que les agrada o preocupa.
Están empapados de todos los problemas que
se debaten en los medios de comunicación y tienen su opinión forjada sobre los
mismos. Por ejemplo, en el tema de la política criolla, la corrupción en que
está inmersa, y las posibilidades de salir del atolladero, están más claros que
muchos de los pitonisos que repiten desde los micrófonos de radio o televisión
sus predicciones sobre el próximo evento electoral. Así las cosas, comprobé que
están en sintonía con la realidad, al
coincidir, por ejemplo, con las
declaraciones que recientemente han emitido dos personajes beligerantes de nuestra sociedad.
En días pasados en el programa que conduce
mi hijo Abdel, por Radio Mía, cadena nacional, todos los sábados de 2 a 3 de la
tarde, el líder sindical Saúl Méndez
declaró atinadamente que el problema de la compra de conciencias tan común en
las contiendas politiqueras y popularizada en grado superlativo por el régimen
de la locura, no sólo es de parte de los
gobernantes, sino de los ciudadanos. No es nada más que los dueños del partido
oficialista ofrezcan dinero e impunidad
para atraer a sus toldas a delincuentes, diputados, representantes, alcaldes o
adherentes de otros colectivos, sino la falta de honestidad, y con ello de
conciencia, de quienes están dispuestos a venderse.
En estos días otra personalidad como el
laureado cantautor Rubén Blades, coincidió en estos conceptos durante una
entrevista por televisión al afirmar que, en efecto, esta prostituida fórmula
de agitarse en el mundo político es perniciosa y necesariamente tiene que ser
desplazada por la aparición de gente de dignidad y principios.
Y abundando sobre el particular, mi
interlocutor taxista sostiene que, a pesar de sentirse deprimido por la
proliferación de traidores, tránsfugas e indviduos sin autoestima, ni dignidad,
ve como opciones para este pueblo las figuras de un Rubén Blades, avalada por
su bagaje profesional e intelectual, y la de un dirigente de la clase
trabajadora que como Samuel Méndez ha sabido, junto a sus compañeros de lucha sindical, demostrar
capacidad y sentido ético para
abanderar las reivindicaciones necesarias en el tan maleado clima en que está
sumido el país.
(Euclides Fuentes
Arroyo, 20 de abril de 2,013, ced. 7-44-677).