Por Euclides Fuentes Arroyo
La misma casta de
gente adinerada que desde el nacimiento de la República se apoderó del mando de nuestro país y entronizó la exclusión de los
pobres de fortuna, en la actualidad
repite el acoso de la cacería de brujas de la cual fue víctima el entonces
líder estudiantil Heliodoro Portugal, cuando en 1953 le aplicaron una infame
excerta legal.
Gobernaba a la sazón
José Antonio Remón Cantera, Comandante Jefe de la Policía Nacional, quien
emergió como figura de la oligarquía que lo elevó a la Presidencia tras unas
elecciones en donde se utilizaron las mismas tácticas de clientelismo, compra
de conciencias y otras aberraciones del sistema. Una órgano legislativo,
igualmente servil como el de hoy, en vísperas de la Navidad, el 23 de diciembre
del 53 aprobó la ley 43 que declaraba “ilícitas y violatorias de la
Constitución nacional, las actividades totalitarias tales como el comunismo”.
Vaya contradicción, el gobernante castrense dotado de carácter autoritario
apelaba a una norma similar para sojuzgar los gobernados.
Debidamente autorizado
por su autor, Lic. Efebo Díaz, a quien pedimos permiso para citar fragmentos de su obra “Las
Insurrecciones del Arco Iris. De la Escuela Normal a la guerrilla de Cerro
Tute”, presentamos este párrafo de las páginas 240 y 41, de dicha novela
histórica: “Coherente con esta
legislación, la Policía Secreta Nacional denunció que los catedráticos Hugo
Víctor y César De León, miembros del Partido del Pueblo dictaban “cursos de
doctrina comunista en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá,
de nueve de la noche en adelante”. En la noticia se exigía al Rector impedir
aquellas actividades subversivas, en cumplimiento de la ley número 43. En la
misma secuencia persecutoria, el corregidor de Santa Ana, Antonio Santamaría,
condenaba a seis meses de arresto en la isla de Coiba, al estudiante artesano
Heliodoro Portugal, secretario de prensa y propaganda de su colegio y militante
de la juventud comunista”. Heliodoro Portugal. mártir del pensamiento y la acción revolucionaria, estudiaba
en el Colegio de Artes y Oficios.
Esa norma obedecía al mandato que desde el norte obligaba a los gobiernos lacayos del imperio,
en donde primaban los intereses de las transnacionales estadounidenses sobre
los de nuestros pueblos, a privar de libertad y perseguir implacablemente
a los
activistas y líderes de organizaciones sociales para sacarlos de
circulación. Las naciones centroamericanas, entre las cuales geográficamente
está Panamá, eran conocidas como repúblicas bananas o bananeras. De acuerdo con
un viejo amigo que fue agente de esa Policía Secreta y del desaparecido DENI
(Depto. Nacional de Investigaciones) tanto el Gerente de la United Fruit Company (o Chiriquí Land Co.) como de la
Compañía Panameña de Fuerza y Luz, mandaban más que los Presidentes de la
República, quienes les profesaban
obediencia ciega e incondicional.
Hugo Víctor, César de
León, Heliodoro Portugal y muchos otros dirigentes populares, estudiantiles y
sindicales, sin necesariamente ser “comunistas” como los definía la ignominiosa
excerta fueron, de ahí en adelante, víctimas del macartismo aplicado por la
represión gubernamental cuando querían abortar o frustrar las luchas por
mejores condiciones de vida, de trabajo y de estudios para la juventud y el
pueblo panameños.
La similar casta
minoritaria que ayer perseguía a los hombres y mujeres que con valentía
promovían el mejoramiento de nuestra clase mayoritaria, está reeditada en el
régimen actual en donde solo valen los intereses y la avaricia inconmensurable
de unos cuantos elementos que viven y
lucran de la explotación. Ensañarse hoy, utilizando como chivo expiatorio del
putrefacto aparato de corrupción y atraco a los fondos públicos que sufragamos
todos los que tributamos, a una
funcionaria de origen popular, es la versión moderna de lo que en el siglo pasado
establecieron los que asumen son gamonales de una finca privada en donde no caben los derechos humanos, ni laborales de sus trabajadores. Ni más ni menos que la repetición de la
fórmula que los engreídos diseñaron para
imponer la coyunda esclavista a quienes desprecian y consideran seres
vulnerables que no merecen otra suerte porque el dinero que corre a raudales ha
comprado para siempre la voluntad de los sometidos.
En qué se diferencia el
presente gobierno con los de ese pretérito, donde la genuflexión ante los
designios imperiales estaba a la orden del día, cedía bases en menoscabo de la
soberanía, y este en donde sin la consulta constitucional requerida, ha
permitido bases navales retrotrayendo el pasado hasta antes de 1947? Como diría
la hermana Juana: El mismo hijito de papá,
con diferente mameluco…. O más criollo: La misma jeringa, con diferente pitongo.
Panamá 12 de julio de 2,013. Euclides Fuentes Arroyo, ced.
7-44-677