lunes, 3 de febrero de 2014

CON AGUAS NEGRAS COCINAN LA EXPULSIÓN DE CHORRILLEROS






Por Euclides Fuentes Arroyo

Así como los geófagos  inventores  de proyectos de riegos para su negocio privado orquestaron el despojo de mis coterráneos santeños, los agricultores del Valle de Tonosí, el codicioso aparato casa teniente cocina en una gran paila de aguas negras, la expulsión de los moradores del Chorrillo, para dar paso a complejos inmobiliarios a los cuales sólo tendrán acceso elementos con mayores recursos que el resto de la población.
Desde  hace un par de años atrás los mercaderes del régimen, encabezado por la élite excluyente,  pisa hasta el fondo el acelerador, para empobrecer a la clase media que, en muchos, casos se hace la ignorante porque no ve más allá de sus narices, mientras recoge las migajas que arroja la burguesía parasitaria en forma de dádivas y puestos burocráticos.
Paco Gómez Nadal, periodista español,  otro de los profesionales extranjeros que junto a colegas canadienses sufrió en carne propia los rigores de la persecución de Ricardo Martinelli, se une al grupo de comunicadores panameños que también han sufrido los atropellos del mecanismo  instaurado por la locura, viene alertando desde hace tiempo el despropósito y así lo denuncia su columna del martes 21 de enero de este año en el diario La Prensa. Abusos que van desde el presidio  por varias semanas, de Carlos Núñez, a sus 70 años, porque intencionalmente no fue borrado del “pele-police” hasta las lesiones ocasionadas  a Filemón Medina, por agentes de la seguridad al mando de Alejandro Garúz. El ataque injustificado  al Secretario General del Sindicato de Periodistas de Panamá, le produjo  graves lesiones que son causa suficiente para indemnizarlo  por daños y perjuicios. El delito de Filemón fue acudir al llamado de auxilio de dos unidades de una televisora local que, aunque no son miembros de nuestra organización, eran mal tratados. Se les asistió por cuestiones de principios que nos imponemos quienes en algún momento asumimos la responsabilidad de la dirigencia sindical.
Desde hace ya un ratón con queso de tiempo, los moradores del Chorrillo, barrio mártir de la invasión genocida, se quejan de la inundación de sus casas, calles y aceras con las aguas servidas, de su pestilencia y peligrosidad para la salud de niños, adultos y ancianos. Primero fueron afectados algunos zaguanes del vecindario y luego el problema se ha ido acrecentando y ya prácticamente, según muestran las imágenes de la televisión, todo el barrio está inmerso en una laguna de inmundicia. Y el problema no se resuelve. L os afortunados nadan en el mar  de la abundancia,  poco les importa la suerte de los desposeídos que se hunden en la pobreza y se ahogan en la miseria.
Este clima insoportable, pareciera provocado por los explotadores del negocio inmobiliario que, dada su conexión directa con los encargados de superar el problema, sugieren que se omitan las acciones para resolverlo pues, con el hostigamiento obligarán a  las humildes mujeres y hombres del Chorrillo a aceptar los traslados hacia el oeste de la capital, o hacia las nuevas barriadas, aptas solo para pobres, cercanas  a la frontera con Colombia.
A todo esto se reitera, por la pantalla chica, la publicidad engañosa que promete mejoras para  quienes viven en las faldas del Ancón, ocultándose las verdaderas intenciones que, como sostiene Gómez Nadal, violenta su derecho ciudadano.   Siendo el Chorrillo un barrio  que trabaja y lucha, lo están retando a organizarse y defender su entorno secular. Tiene que enfrentar al absolutismo con valentía y no permitir que se materialice la amenaza. El ejemplo de los pueblos indígenas y de Colón, les sirve de inspiración para levantarse contra el abuso de quienes quieren expulsarlos. Ellos saben que el régimen se ha visto obligado a retroceder  cada vez que han intentado, en los últimos años, afectar los intereses de los más en provecho de los menos.
Los excesos del gobierno han creado conciencia en la clase popular y perfilan una justificada explosión social  más temprano que tarde, aunque su soberbia no lo permita ver.


 Euclides Fuentes Arroyo, ced. 7-44-677. 
Panamá 27 de enero de 2,014.