Por Euclides Fuentes Arroyo
Para coronar el ridículo de su nefasta
gestión quinquenal, el ex Presidente Ricardo Martinelli, dizque en un acto consecuente con su condición de
“amigo” de sus compinches, firmó un exabrupto jurídico con pretensiones de
indulto, para proteger de la acción justiciera a los elementos más cercanos de
su entorno a quienes convirtió en cómplices, delatores y traidores.
Les facilita así la tarea a las
autoridades que deben investigar a delincuentes comunes, que se infiltraron de mala fe en los partidos
inscritos en la farsa electorera y alcanzaron, gracias a la ingenuidad,
ignorancia y oportunismo de una masa de votantes maleados secularmente por un
sistema en donde los más ladinos se imponen con recursos mal habidos. Diputados, alcaldes y representantes, con trayectorias de atracos a los fondos públicos. Eso ocurrió cuando el
mínimo sentido de moralidad imponía que el mandatario, en vez de procurar la cárcel para su criminal conducta, compró sus escasas
moléculas de conciencia, a cambio de borrar de las páginas de un proceso penal,
la suma de sus fechorías. Ah, y con el agravante que volvieron a correr en el
torneo y se reeligieron en medio del enorme caudal de millonarios recursos que
el aparato estatal, con absoluta impunidad, y desprecio por mujeres y hombres d
este país, repartió los dineros producto de los impuestos que paga toda la
ciudadanía. Lo grave de haber inoculado, en el cuerpo de los partidos de la supuesta
oposición el tumor maligno del transfuguismo, es la secuela que presencia hoy
la sociedad con la repetición de quienes, sin autoridad moral, se enquistan en
la estructura gubernamental aprovechando la circunstancia hábilmente camuflada
de “gobernabiidad”. Así las cosas los pájaros disparan ahora a las escopetas al
extremo que damas que merecen ser respetadas, son ultrajadas por quienes no
tienen la estatura ni la integridad de las ofendidas. El cáncer de gente sin
escrúpulo que despierta suspicacias y reservas entre el conglomerado que exige
probidad, seguirá enlodando el espectro delo que eufemísticamente algunos
continúan llamando “democracia”.
En la lista de los que sin ser objeto aún
de señalamientos por los pecados cometidos, fueron absueltos por el mandamás
del régimen, aparecen sus amanuenses, los esbirros que se prestaron para los
desmanes absolutistas y persecutorios, los sapos o delatores a cambio de
migajas o protagonismo mediático y los tránsfugas que creyeron que bajo la
sombra del capo señalado en Italia como un coimero jefe de estado de una
república bananera, su reino sería a perpetuidad y que jamás dejaría el solio
presidencial desde donde en cinco años ha delinquido más que ningún otro
gobernante en noventa y más años.
Botellas y garrafones de “profesionales”
sin autoestima, señalados por la opinión pública por cobrar altas salarios sin
trabajar honestamente, completan el listado de elementos que no dejarán a sus
hijos la herencia de dignidad que transmiten las mujeres y hombres de bien,
legándoles el estigma de quienes pasarán al basurero de la historia impregnados
de la miasma graciosamente otorgada por un funesto personaje. Se cumple así,
simplemente, la sentencia del apóstol José Martí que enseña que “cuando hay
muchos hombres sin decoro, hay otros que tienen en sí el decoro de muchos
hombres”.
Panamá 2 de julio de 2,014. Euclides Fuentes Arroyo, ced. 7-44-677