Por Euclides Fuentes Arroyo
En el siglo pasado, un par de años antes
de la invasión genocida de diciembre de 1989, las elecciones, como en todas las
épocas, parieron la incursión de células malignas que han enfermado el
organismo legislativo. Estas se han
venido perpetuando gracias a los vicios del sistema, diseñado para políticos sin moral, divorciados de sensibilidad humana. Son los que se endulzan con el
poder aunque tiren por la borda la dignidad, porque el fin justifica los
medios.
En esos tiempos el querido y recordado
compañero Baltazar Aizpurúa (Q.E.P.D.) y este servidor, manteníamos un programa
de opinión en una emisora de la capital
con alcance hacia toda la geografía nacional. En tiempo electoral algunos
candidatos procuraron la divulgación de sus aspiraciones a través de las
consabidas cuñas de campaña. Eso nos permitió aprender la calidad de la gente
decente y la miseria humana de los que trillan por la senda antisocial proclives al dolo. Ejemplo de integridad,
seriedad y bonhomía, vale destacarlo, nos dio el amigo abogado Oydén Ortega,
quien resultó favorecido por el voto consciente de una ciudadanía que supo
elegir entre corrupción y delincuencia. Al formalizar el trato de publicidad,
que por razones prácticas imponía el pago por adelantado, para dar cumplimiento
a las exigencias de la empresa transmisora dueña de la radio, Oydén hizo efectivo el mismo sin dilación alguna
No tuvimos la misma suerte cuando otro
aspirante, carente de las virtudes del primero, demostró características totalmente opuestas,
con la práctica que ensayan los fenicios, Rebuscó subterfugios para eludir el
pago, con la promesa de hacerlo al término del torneo. , Como suele suceder, el
electorado de su circuito, estafado por las falsas especulaciones habituales en
la verborrea de maleantes, lo premió con la curul. El sujeto de marras jamás
quiso honrar su palabra, Transcurridas todas estas décadas la deuda siguió
pendiente, pero claro está que la
impunidad de que se reviste a quienes traicionan y estafan al pueblo que los
reelige, seguramente le aconseja que el asunto está prescrito.
Es una lástima que las mujeres y hombres
que valoran la justicia y la honestidad, se dejen engañar por cantos de
sirenas, unos, mientras que otros, por necesidad, son arrastrados por la corriente de la desesperación, y caigan en
la contradicción de favorecer a los que solo pueden alcanzar beligerancia mediante la trapisonda y la compra venta de
conciencias Quien traiciona una vez,
traiciona otras tantas veces e
igualmente, quien estafa al electorado una vez, repite cínicamente su
imperdonable crimen.
Euclides Fuentes Arroyo, ced. 7-444-677.
Panamá 12 de agosto de 2,014.