lunes, 14 de febrero de 2011

Preludio de una destrucción anunciada


por Euclides Fuentes Arroyo
No estaban silenciadas aún, en las calles aledañas a la Asamblea Nacional, las reacciones de los indígenas gnabes gublés que  por mero instinto de supervivencia  prefieren dar su vida antes que aprobar la avaricia de los mercaderes de la patria, cuando ya se había registrado en la Gaceta Oficial, como Ley de la República, el instrumento que autoriza  el preludio de la destrucción.

No se trata nada más de poner fin, como lo han advertido desde hace años los científicos alarmados por la devastación generalizada del planeta de los recursos naturales , sino también de la existencia de regímenes que basan su razón de ser en la avaricia por el dinero, en detrimento de pueblos y países sobre la base de la explotación del hombre por el hombre.

El clamor popular no cuenta, la advertencia de la gente que estudia y conoce de las disciplinas que distingue al ser humano de las bestias, mucho menos. La desesperación por engullir todo, por hacer tabla rasa para saciar sus inconmensurables delirios de fortuna, les convence que hay que imponerse a sangre y fuego. No hubo escarmiento tras la masacre de Bocas del Toro con su fatal secuela de niños y hombres asesinados y cegados, cuando en menos de 12 meses se registra otra escalada represiva para aniquilar el instinto de conservación de quienes experimentaron, hace más de quinientos años, el criminal despojo de vidas y tierras que trajo el colonialismo europeo al nuevo continente.

En la ceguera por vender el sagrado patrimonio nacional arrancando jirones de nuestra geografía para indolente y graciosamente regalar millones a empresas o gobiernos extranjeros, a cambio de migajas monetarias que sólo beneficiarían a una élite temporalmente poderosa, desatienden los ejemplos de liberación que diseñan en las vías públicas del lejano oriente, los pueblos de las comunidades árabes.

La ola iracunda de los conglomerados humillados, expoliados, víctimas de la soberbia prepotente de los que pisotean democracia y derechos humanos en otras regiones, alcanzará sin duda alguna la conciencia de nuestros hermanos pauperizados en todas las latitudes y el pueblo panameño no será la excepción.  Puede ser el preludio de la destrucción tanto del medio ambiente de este sufrido istmo de Panamá,  como de  enterrar para siempre la arrogancia suicida de los que se burlan de la inteligencia y la sensatez de la ciudadanía.