lunes, 14 de febrero de 2011

RESUCITA FANTASMA DE BUNAU VARILLA

por Euclides Fuentes Arroyo
“El acuerdo minero (2011) entre los presidentes Ricardo Martinelli y Lee Mung-Bak (de Corea del Sur) tiene similitudes con el Tratado del Canal Hay-Bunau Varilla” de 1903”, afirma en artículo publicado el jueves 11 de febrero, en La Estrella de Panamá,, el sociólogo Marco Gandásegui hijo, catedrático de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Consejo Económico para América Latina (CELA).

Se trata de la conclusión a la que arriba un intelectual a quien no puede etiquetársele como “conspirador” o personaje guiado por mezquinos intereses políticos o mercantiles, sino de un hombre cuya trayectoria basada en principios patrióticos lo revisten de autoridad moral para señalar los yerros en la conducta antinacional de quienes ponen en peligro de extinción una vasta región de nuestra geografía, a cambio del vil metal de las exiguas migajas que arrojará al gobierno panameño la explotación de la minería.

El estigma histórico que encierra el apellido Bunau Varilla guarda visos de traición no tanto del personaje aludido, de quien no puede exigírsele lealtad a una nación de la cual no era originario, sino de todos aquellos elementos que lo secundaron para negociar con Estados Unidos un tratado leonino que le produjo tanto a él, como a especuladores norteños una cuantiosa fortuna, según detallan obras basadas en investigaciones sobre las maniobras que se ejecutaron para lograr la construcción de la vía interoceánica.

Así las cosas la mácula que ha acompañado hasta más allá de la muerte a los involucrados en el infame tratado que ningún panameño firmó, vuelve a aparecer en el escenario istmeño. Esta vez no se trata de un aventurero galo, sino de autoridades panameñas pertenecientes a dos órganos del Estado de gran importancia, como lo son el Ejecutivo y el Legislativo. Equivale a decir que el fantasma de Bunau Varilla se pasea por los salones del Palacio de las Garzas y se aposenta en las curules de la Asamblea de diputados, mancillando el nombre del patricio Justo Arosemena como se bautizó al edificio que aloja a los parlamentarios.

Pero no se trata solamenrte de una alta cifra de nuestra docencia superior como el Doctor Gandásegui, quien da un aldabonazo a la conciencia de la ciudadanía, sino también la de otra voz que surge de nuestro primer centro de enseñanza, la casa de Méndez Pereira, la profesora Ela Urriola quien el viernes 11, en el diario La Prensa, levanta su voz airada ante la vergonzosa subordinación de los parlamentarios a la voluntad presidencial, en un alarde de absoluta entrega del mandato popular que los ungió como tales. Dos párrafos bastan para ilustrar lo que la distinguida profesora transmite del ignominioso sometimiento de los émulos del maquiavélico especulador del tratado de 1903.
 Veamos:
De espaldas al pueblo, el sonido del cuerno
“Elegidos, fabricados, tránsfugas, recatados, sumiso o encrespados esperan que el dedo del rey Midas caiga sobre ellos para convertirlos en piezas de dorado metal. En esa ensoñación estéril no se percatan de la lógica interna de las leyes que aprueban ni la finalidad de las mismas. …… 

Ajenos a los clamores de indígenas y campesinos, de las agrupaciones cívicas , de mujeres golpeadas, de niños y jóvenes que no podrán disfrutar jamás de los bienes que la naturaleza le prodigara, dan la espalda a ese pueblo que los eligió para empeñarse en rumiar sus mezquinas pretensiones”.