Por Pedro Martínez Pírez MONCADA
El fariseísmo de la política exterior de Estados Unidos volvió a manifestarse este martes cuando el Departamento de Estado colocó nuevamente a Cuba en su lista unilateral y arbitraria de “Estados Patrocinadores del Terrorismo Internacional”. Increíble, pero lamentablemente cierto: Cuba, pequeña nación caribeña que ha sufrido desde hace más de medio siglo las acciones terroristas ejecutadas o financiadas por los gobiernos de Estados Unidos, lo mismo Republicanos que Demócratas, otra vez clasificada como Estado terrorista por el país con menos moral en el mundo para hacerlo, pues ha provocado con su política de aliento al terrorismo la muerte de 3 mil 478 personas y la discapacidad de otros 2 mil 99 cubanos, mientras protege a terroristas como Luis Posada Carriles, agente del imperio que se pasea por las calles de Miami, la ciudad donde hace 14 años se celebró un juicio amañado en el cual se impuso a cinco antiterroristas cubanos larguísimas condenas. Pero, ¿a qué se debe esa doble moral del imperio? En primer lugar los gobiernos de Estados Unidos tratan de presentar al mundo justificaciones para mantener su genocida bloqueo económico, comercial y financiero que tanto daño material y humano ha provocado al pueblo cubano en más de cincuenta años, y que se mantiene a pesar de las resoluciones que en su contra ha emitido la Asamblea General de la ONU en los últimos veinte años. Estados Unidos no se resigna a tener como vecino, a 180 kilómetros de sus costas, a un país libre y soberano, donde antes de 1959 había una neocolonia yanqui. Washington quiere en La Habana un régimen dócil, como los instaurados en Cuba a partir de la intervención oportunista de Estados Unidos en la guerra que los cubanos libraban contra la metrópoli española. Lo más repudiable de la acción imperialista es que ahora, para mantener a Cuba en la oprobiosa lista, se ha lanzado una nueva y calumniosa acusación sobre la supuesta falta de medidas en el sistema bancario cubano para enfrentar el lavado de dinero y las transacciones financieras vinculadas al terrorismo. La Cancillería cubana ha denunciado que, con esta patraña, Estados Unidos oculta que Cuba rinde información veraz y exacta periódicamente a los mecanismos pertinentes de las Naciones Unidas sobre estos temas y otros referidos al enfrentamiento al terrorismo. Ignora también, con toda mala intención, que el Gobierno de Cuba, en fecha tan reciente como febrero de 2012, renovó la propuesta de acordar un programa bilateral de enfrentamiento al terrorismo, a la cual el Gobierno de los Estados Unidos no ha respondido. Duele al imperio el limpio expediente de Cuba en la lucha contra el terrorismo; los exitosos resultados cubanos en el combate al narcotráfico, así como la transparencia del sistema bancario de la Mayor de las Antillas. La doble moral del gobierno de Washington se pone de manifiesto también porque es Estados Unidos el mayor centro de lavado de dinero del planeta, el país mayor consumidor de drogas en el mundo, y fue la falta de regulación de su sistema financiero el detonante de la crisis económica global, como también expresa la Cancillería cubana al rechazar la utilización de un tema tan sensible como el terrorismo para agredir a Cuba. La diplomacia anticubana de Washington es una ofensa al Derecho Internacional, un ejercicio sistemático de cinismo e hipocresía, de doblez y falsedad, que no tiene otro futuro que el fracaso ante la pequeña Cuba, uno de los países fundadores de la Organización de Naciones Unidas, que cuenta con un aval y una trayectoria que le han ganado el respeto de los pueblos del mundo, que conocen bien las entrañas del monstruo, como definió al imperio nuestro José Martí.
La Habana, 01 de agosto de 2012