El
caso Bosco, que sirva de ejemplo.
por Euclides Fuentes Arroyo
Lejos de nuestro ánimo está hacer leña de
un árbol caído y menos en circunstancias en que el desenlace se da, con secuelas
de salud y el natural dolor de familiares.
El análisis sereno de esa cuestión nos lleva a concluir que, como
aconseja la escuela de la vida, lo que mal comienza mal acaba o, cuando no se
toman en cuenta ni normas ni principios, es de esperarse un resultado adverso.
El hoy defenestrado personaje, fue cegado
por el triunfo que le garantizaba una papeleta opositora favorecida por el
desgaste de la propuesta oficialista. Así las cosas, sobrestimó haber dejado
constancia de su desmesurado fervor anexionista a la causa de un imperio que ha
hecho escarnio de las aspiraciones de los pueblos celosos de su dignidad
nacional y el apego a su independencia y soberanía.
Con la convicción que bajo la protección
de un régimen lacayo incondicional de Washington, se erigía en intocable, se
dio el lujo de pasar por encima de las normas que rigen para los puestos de
elección popular, sin recordar que la ignorancia de la ley no exime de culpa.
La trapisonda montada por sus aliados, que
buscaron la complicidad de las autoridades para montar la burda maniobra desde
el sumiso aparato legislativo, colmó la seguridad del ex alcalde, en el sentido
de saberse inmune e impune por la jugarreta delictiva. Revuelto el panorama
político partidista, por la fragilidad de una alianza que, igualmente, fue mal
concebida en las entrañas del monstruo, las consecuencias no se hicieron
esperar.
Todo parece indicar que lo ocurrido en
este caso sirve de ejemplo a los actores del protagonismo político para medir
el alcance de sus ambiciones personales, y sopesar el respeto no solo a las
leyes, sino a una ciudadanía que merece, de los aspirantes a cargos de favor
popular, la debida consideración.