jueves, 26 de enero de 2012



RELIGIÓN Y POLÍTICA

Fariseo, sinónimo de hipocresía: Abdel Fuentes

ABDEL FUENTES
Después de lo dicho por el señor Ricardo Martinelli en una actividad religiosa, el término fariseo parece haber adquirido fama. La actividad a la que asistió el Presidente fue organizada por un famoso pastor, Cleotaldo Edwin Álvarez, autodenominado apóstol, pero cuestionado internacionalmente en la internet por presuntamente manipular a la gente, además de censurar el contenido de muchos de sus mensajes sobre el dar y la prosperidad.
El llamado apóstol, objeto también de publicaciones locales, sobre otros temas que parecen poner en duda sus actos, lo niega todo, pero con muy pobres argumentos. Resulta interesante analizar cuidadosamente el contenido de sus sermones. En el caso de la referida reunión, insinuó de manera generalizada que medios y periodistas atacamos al Presidente. No es la primera vez que arremete contra los medios.
Es importante aclarar quiénes eran los fariseos y cómo su proceder se asemeja al de líderes religiosos que hoy burlan la fe de gente honesta, y pervierten el verdadero mensaje del Jesús histórico. Algunas veces con propósitos bien definidos y otras con intenciones oscuras y peligrosas.
Los fariseos no eran un grupo político, representaban a una de las tres facciones judías que fustigaron al Jesús histórico, las otras dos eran los sacerdotes y escribas.
Fungían como laicos, regularmente comerciantes y artesanos, pero sus líderes eran escribas, es decir, eruditos, sometidos por años a estudios teológicos y tutelados por maestros. Interpretaban la Torá con rigor religioso y emitían decisiones en materia penal.
Fueron celosos en el cumplimiento de ordenanzas de la ley judía, como el diezmo, descuidado por el pueblo y el lavado de manos antes de comer –obligación ritual exigida solo a sacerdotes–. Reinterpretaron la ley a sus anchas, agregando preceptos que no cumplían, similar a lo que hacen hoy algunos pastores y políticos, dicen que se haga lo que ellos mismos no hacen, Mt 23:1-33. Jesús los tildó de hipócritas, de aparentar ser honrados, seguir tradiciones de hombres y violar el verdadero mandato de Dios.
Hablando de preceptos, es curioso notar que el diezmo no aparece consignado en la literatura neotestamentaria como práctica cristiana, contrario a ello, está la ofrenda, actividad impulsada por la Iglesia del primer siglo.
Hechos 2:43-44, menciona la unidad que imperaba entre los cristianos. Los que poseían propiedades las vendían y repartían el dinero para responder a las necesidades de los que no tenían. No había diferencia en términos económicos y sociales. Los bienes eran compartidos y no imperaba el egoísmo o la vanidad materialista que hoy ostentan algunos autodenominados apóstoles, dueños de propiedades y lujosas mansiones.
¿Por qué tanta diferencia entre la iglesia primitiva y las iglesias de hoy? Los cristianos recibieron el legado de los “verdaderos y únicos apóstoles”, incluyendo a Pablo, quienes compartieron las enseñanzas del Jesús histórico y cuyo título no se lo inventaron para reforzar su autoridad y poder sobre la gente.
Jesús era un hombre sencillo, que dijo no tener dónde recostar su cabeza. No se congració ni arrodilló ante el Emperador y rechazó la oferta de grupos políticos y revolucionarios, enemigos del gobierno romano, aclarando que su reino no era de este sistema, Jn 8:36.
Actualmente, quienes se proclamen cristianos, están llamados a frenar la hipocresía religiosa, dirigida por mercaderes del templo, fariseos sin escrúpulos, que esta sociedad y la justicia ordinaria deben mirar con lupa.