jueves, 9 de septiembre de 2010

LA CORRUPCION SÍ PAGA,EL NUEVO MENSAJE





Que la corrupción sí paga parece ser el último y nuevo mensaje de los personeros del cambio a la reversa. Eso es lo que se desprende de las denuncias que los medios de comunicación formulan a diario por la proliferación de pagos exagerados por productos que no lo valen, amén de contrataciones directas, licitaciones o concesiones para proyectos millonarios y el silencio cómplice de quienes supuestamente deben velar por la ética de la administración pública de nuestra querida Panamá.


Curiosamente algunas “estrellitas” de la televisión que fueron favorecidas, unas con el voto popular para puestos de elección, y otras por su protagonismo como figurines de programas, o simples colaboradores que con arribismo oportunista usurparon una tarea periodística para lo cual carecen de la idoneidad respectiva, son los señalados por la conciencia ciudadana como los ejecutores de las felonías. No todo lo que brilla es oro.

Conscientemente se aupó la candidatura alcaldicia de quien saltó del plató de la television , a ser pesadilla de la capital. A sabiendas de su renuncia tácita a la ciudadanía panameña, de su traición al delatar desde las tanquetas de la invasión genocida a sus compatriotas, y de incurrir en perjurio ante las autoridades y con todo un expediente de ilegalidades, los propiciadores de esa monstruosidad aprovecharon su control del poder legislativo para impulsar el escarnio de un parlamento que cada día escala más alto el desprestigio de ese órgano estatal.

En el MIDES y en Educación, así como en Salud y otras instancias gubernamentales se multiplican los señalamientos por la irregularidad en los procedimientos para autorizar concesiones o compras de lo que precisa la administración para cumplir sus compromisos y realizaciones. Pero lo más grave es que la opinión pública observa que cuando se advierte la infracción de la norma por parte de un funcionario responsable, no se dan las explicaciones ni aclaraciones del caso, sino que se produce la represalia con la destitución del denunciante. Eso lleva al ciudadano común a pensar que en estos casos quien señala la corrupción terminará pagando con la cárcel el plato que rompió el superior jerárquico.

Escándalo mayúsculo y cinismo inconmensurable el que desde la cúpula del Ejecutivo se insinúe o se aliente la deslealtad y se capte la membresía hacia el partido gubernamental de elementos públicamente estigmatizados por la prensa local con acusaciones de malversación de fondos de los contribuyentes y pendientes de proceso legal. Son casi diarias las alusiones de comentaristas de medios escritos, radiodifundidos o televisados a personajes del mundillo burocrático politiquero que serán perdonados, con el archivo de sus procesos, por sus adhesiones al libro de militantes de las huestes oficialistas.

A todo esto, aquellos designados con fanfarrias y fuegos artificiales como inquisidores de la corrupción, brillan por su silencio cómplice cuando se trata de los trepadores que viven al margen de la legalidad, mientras se convierten en cajas de resonancia, únicamente en caso de que la persecución de la corruptela guarde relación con sus adversarios políticos. El mensaje que le están dando al panameño de a pie es que el juega vivo de los apostatas y traidores, de los tránsfugas y de los que justifican lo injustificable de las conductas amorales, sí vale la pena, que en fin, la corrupción sí paga.
Panamá 28 de julio de 2,010