lunes, 27 de septiembre de 2010

NADA QUE PERDER MUCHO QUE GANAR, ELADIO


                                                          Por Euclides Fuentes Arroyo
     Coincidimos con el dirigente de los jubilados, Eladio Fernández, que estima que Panamá es el único país del mundo en que los hombres y mujeres que se acogen al retiro tras una larga vida de trabajo, tienen que continuar pagando, obligatoriamente, la cuota de seguridad social. Para remachar, también se les descuenta, sin derecho a chistar, lo que llaman seguro educativo. Esto último algo más que ilógico es injusto pues es deber del Estado, por norma constitucional, garantizar la educación y no asfixiar a los pensionados de la Caja de Seguro Social.
     Ardua tarea la que se ha impuesto el cabecilla de una pléyade de ciudadanos que, a los ojos de los últimos administradores de esa entidad, se les mira como elementos de ínfima categoría. Tanto de los altos funcionarios y a veces hasta del personal subalterno, que debe esmerarse en su atención, los jubilados reciben sólo maltratos.
     Nunca hay los medicamentos que recetan los profesionales de la medicina, conseguir una cita  con un especialista es esperar  un milagro realizable, no en el tiempo perentorio que se recomienda, sino para cuando San Juan agache el dedo. No hablemos de hospitalizaciones, intervenciones quirúrgicas, tratamientos terapéuticos de distinta índole, porque eso no está en la agenda del servicio que se presta.
   Se impulsa al asegurado, que ya ha cubierto en su vida, ese aporte quincena tras quincena y año tras año, como trabajador cotizante, a endeudarse más de lo que está, acudiendo a la medicina privada si tiene aspiraciones de seguir viviendo.
    Mientras todo esto transcurre crece la impotencia del ciudadano maltratado por un régimen que, contando con los mecanismos, para frenar el abuso de los especuladores que cada día le encarecen la canasta básica, lejos de favorecerlo lo que hacen es, justamente, todo lo contrario. Aplican cínica y descarnadamente, la ley del embudo: Lo ancho para el comerciante inescrupuloso y lo angosto para el consumidor depauperado; el eufemismo que nadie se traga de “la oferta y la demanda”, ardid de los parásitos privilegiados..
     La inmensa mayoría de la gente que se retira de la vida laboral recibe una magra pensión del Seguro, que no le alcanza para sobrevivir decorosamente. Es presa, y víctima fácil del agio, en medio de un sistema despiadado y cruel, bendito por las normas jurídicas impuestas desde las alturas por los poderosos engranajes que financian campañas que sustentan a politiqueros de toda laya y de todos los tiempos.
   Para colmo la sociedad se sume más en la desesperación, cuando ve que los mandos superiores, tanto a nivel ministerial como de la entidad de seguridad social, con los dineros del pueblo contribuyente, se embarcan en lujosos automóviles en un alarde indolente y de burla intolerable a la inteligencia de la ciudadanía.
     Frente a estas realidades, la sensatez del hombre de a pie se solidariza con las marchas de los jubilados que reclaman el escuálido aporte de unos cuantos dólares más prometidos e incumplidos, hasta la fecha. Al mismo tiempo comparte la nueva consigna tirada al aire por Eladio, que es la de insistir hasta lograrlo, en que se elimine de una vez por todas el infame descuento obligatorio de una cuota ya pagada más allá de la muerte, y un seguro educativo que le corresponde al gobierno. Nada que perder, mucho que ganar, compatriotas jubilados.
Panamá, lunes 27 de septiembre de 2,010.  Euclides Fuentes Arroyo, ced. 7-44-677